Los ETFs (Exchange Traded Funds) son fondos cotizados que replican el comportamiento de un índice, una materia prima, un bono o un conjunto de activos. Los ETFs se pueden comprar y vender en cualquier momento del día en una bolsa de valores, lo que les confiere una gran liquidez y flexibilidad. Además, los ETFs suelen tener comisiones muy bajas, lo que reduce el coste de invertir en ellos.
Sin embargo, no todos los ETFs son iguales. Existen dos tipos principales de ETFs según el tratamiento que dan a los dividendos que reciben de las empresas en las que invierten: los ETFs de acumulación y los ETFs de distribución.
Los ETFs de acumulación reinvierten automáticamente los dividendos en el fondo, sin repartirlos entre los inversores. De esta forma, el valor del ETF aumenta con el tiempo, reflejando el crecimiento de los activos subyacentes. Los ETFs de distribución, por el contrario, pagan periódicamente los dividendos a los inversores, generando una renta. El valor del ETF se reduce en el importe de los dividendos pagados.
¿Qué tipo de ETF es mejor para invertir?
La respuesta depende de varios factores, como el objetivo de inversión, el horizonte temporal, el perfil de riesgo y la fiscalidad. Sin embargo, en general, se puede afirmar que los ETFs de acumulación son más ventajosos que los de distribución por las siguientes razones:
- Los ETFs de acumulación aprovechan el efecto del interés compuesto, que consiste en que los intereses generados se reinvierten y producen a su vez más intereses. Así, el capital inicial se multiplica exponencialmente a lo largo del tiempo. Los ETFs de distribución, en cambio, interrumpen este proceso al pagar los dividendos, lo que reduce el potencial de crecimiento del fondo.
- Los ETFs de acumulación son más eficientes fiscalmente que los de distribución, ya que los dividendos reinvertidos no tributan hasta que se venden las participaciones del fondo. Los dividendos distribuidos, en cambio, tributan en el momento de su cobro, lo que supone un coste fiscal que reduce la rentabilidad neta de la inversión. Además, en algunos países, los dividendos extranjeros pueden estar sujetos a una doble imposición, tanto en el país de origen como en el de residencia del inversor.
- Los ETFs de acumulación son más sencillos de gestionar que los de distribución, ya que no requieren tomar decisiones sobre qué hacer con los dividendos recibidos. Los ETFs de distribución, en cambio, obligan al inversor a decidir si reinvertir los dividendos en el mismo fondo u otro, o si gastarlos o ahorrarlos. Estas decisiones pueden implicar un mayor esfuerzo, un mayor coste y un mayor riesgo de cometer errores.
Un ejemplo de ETF de acumulación es el iShares Core MSCI World UCITS ETF USD (Acc) SWX: SWDA-USD, que sigue el índice MSCI World, que ofrece la exposición a aproximadamente 1,700 empresas de más de 20 países desarrollados en todo el mundo. Este ETF tiene una comisión anual del 0,20% y reinvierte los dividendos que recibe de las empresas en las que invierte.
Un ejemplo de ETF de distribución es el iShares MSCI World ETF NYSEARCA: URTH, que sigue el índice MSCI World, que mide el rendimiento de las acciones de empresas ubicadas en mercados desarrollados de todo el mundo. Este ETF tiene una comisión anual del 0,24% y paga semestralmente los dividendos que recibe de las empresas en las que invierte.
Si comparamos la rentabilidad de estos dos ETFs en los últimos cinco años, podemos observar que el ETF de acumulación ha superado al de distribución, tanto en términos absolutos como relativos. El ETF de acumulación ha obtenido una rentabilidad anualizada del 10.10%, mientras que el de distribución ha obtenido una rentabilidad anualizada del 9.83%. Además, el ETF de acumulación ha batido al índice de referencia, que ha obtenido una rentabilidad anualizada del 9.64%, mientras que el de distribución ha quedado por debajo del índice de referencia.
En última instancia, la elección entre ETFs de acumulación y distribución depende de los objetivos y preferencias individuales de cada inversor. Sin embargo, para aquellos que buscan maximizar su potencial de crecimiento a largo plazo y disfrutar de beneficios fiscales, los ETFs de acumulación, como SWDA, ofrecen una estrategia sólida. La reinversión automática de beneficios puede marcar la diferencia en la acumulación de riqueza a lo largo del tiempo, convirtiendo a los ETFs de acumulación en una opción atractiva para inversores con una perspectiva a largo plazo.